23.1.11

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usted martín santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo
es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted

quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo
santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada

usted
martín
martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo

usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué solo se va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da


Última noción de Laura, Mario Benedetti

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Yo te estaba esperando.
Más allá del invierno, en el cincuenta y ocho,
de la letra sin pulso y el verano
de mi primera carta,
por los pasillos lentos y el examen,
a través de los libros, de las tardes de fútbol,
de la flor que no quiso convertirse en almohada,
más allá del muchacho obligado a la luna,
por debajo de todo lo que amé,
yo te estaba esperando.

Yo te estoy esperando.
Por detrás de las noches y las calles,
de las hojas pisadas
y de las obras públicas
y de los comentarios de la gente,
por encima de todo lo que soy,
de algunos restaurantes a los que ya no vamos,
con más prisa que el tiempo que me huye,
más cerca de la luz y de la tierra,
yo te estoy esperando.

Y seguiré esperando.
Como los amarillos del otoño,
todavía palabra de amor ante el silencio,
cuando la piel se apague,
cuando el amor se abrace con la muerte
y se pongan más serias nuestras fotografías,
sobre el acantilado del recuerdo,
después de que mi memoria se convierta en arena,
por detrás de la última mentira,
yo seguiré esperando.


Confesiones, Luis García Montero

10.1.11

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Me preguntas qué ha sido de mi vida
en estos últimos años. Tú llegas con un brillo
exótico en los ojos que tanto amé, sonríes
de mágica manera como entonces
y conocen tus pasos el polvo
de todos los caminos. Qué ha sido de mi vida.
Fracasar es un arte que tú ignoras.
Se aprende lentamente, en largas tardes
y rinconces oscuros, se aprende entre los brazos
que fingen un calor que no perdura.
Cuántas veces anduve por las mismas
calles, ya sin ti y con incierta lluvia,
cuántas veces me senté en lugares
que conocieron la precaria dicha
de aquel adolescente tan irreal y puro.
No todos saben encontrar la puerta
que lleva lejos, con amor y riesgo,
a las islas azules y a ciudades con sol.
Dijiste que la vida es un licor
que hay que apurar de un trago, y yo te vi partir,
te veo todavía partir a prima noche,
partir hacia otro mundo en donde yo no existo.
Con lástima me miras porque ignoras
que hay un placer mayor, decir que no
a la vida, andar por un atajo incierto,
desdeñar el amor, sonreír en la ausencia,
abrazar al vacío y seguir adelante
hasta ese punto último que aúna
la tiniebla y la luz.


Dido y Eneas, José Luis García Martín

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Me enviaste al mar y al infierno, en el infierno al laberinto donde me esperaba el monstruo y tras el monstruo la muerte. Pero he vuelto, padre, y ahora tú estás en el laberinto.


Dentro del laberinto 1, Espido Freire

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Te quiero porque fumas y bebes y blasfemas
y escribes sin cesar por las paredes
o en la estación del tren
o en los bordes urgentes de una alcoba vacía.
Porque le has puesto verbos al dolor que te invade
y aunque lo llames Marta
soy yo quien te acompaña
por esa travesía pesarosa de un nombre.
Y te quiero por todo o casi ya por todo
lo que me das o quitas o me pones.
Y sabes, tú lo sabes, y yo también lo sé,
que formas laberintos para que me distraiga
y me quede dormida cuando llegue la tarde.


Te quiero porque fumas, Elsa López

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Amnistía es una palabra difícil, o como dice el abuelo Rafael muy peliaguda, porque tiene una M y una N que siempre van juntas. Amnistía es cuando a una le perdonan una penitencia. Por ejemplo si yo vengo de la escuela con la ropa toda sucia y Graciela o sea mi mami me dice por una semana estarás sin postre, y si después me porto bien y a los tres días traigo buenas notas en aritmética entonces ella me da una amnistía y puedo volver a comer helado de esos que se llaman canoa y tienen tres pelotas una de vainilla otra de chocolate y otra más de fresa que viene a ser lo mismo que el abuelo Rafael llama frutillas.
También cuando Teresita y yo estuvimos peleadísimas porque ella me había dado un sopapo lleno de barro y pasamos como dos semanas sin decirnos ni chau ni prestarnos el cepillo de dientes de pronto vi que la pobre estaba muy arrepentida y no podía vivir sin mi carinio y me di cuenta que suspiraba fuerte cuando yo pasaba y empecé a tener miedo de que se suicidara como en la tele así que la llamé y le dije mirá Teresita yo te aministío pero ella entonces creyó que la había llamado nada más que para insultarla y se puso a llorar a lágrima cada vez más viva hasta que no tuve más remedio que decirle Teresita no seas burra yo te amnistío quiere decir yo te perdono y entonces empezó a llorar de nuevo pero con otro llanto porque éste era de emoción.
También el otro día vi por la tele una corrida de toros que es como un estadio donde un señor juega con un mantel colorado y un toro que se hace el furioso pero es buenísimo, y después de muchísimas horas de estar jugando el hombre se aburrió y dijo no quiero jugar más con ese bicho que se hace el furioso pero el toro quería seguir jugando y entonces fue el hombre quien se puso furioso y como era muy necio le clavó aquí en la nuca una espada larguísima y el toro que ya estaba a punto de pedir la amnistía miró al señor con unos ojos muy pero muy tristes y después se desmayó en mitad de la cancha sin que nadie le diera la amnistía y a mí me dio tanta lástima que me salió un suspiro finito finito y esa noche soñé que yo acariciaba al toro y le decía chico chicho igual que le digo a Sarcasmo el perro de Angélica y él mueve la cola contentísimo, pero en el sueño el toro no la movía porque seguía desmayado en mitad de la cancha y yo le daba la amnistía pero en sueños no vale.


Primavera con una esquina rota, Mario Benedetti

6.1.11

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Al poco tiempo me atrapa de nuevo este desasosiego, el de no poder estar conmigo. Veo crecer mi sombra, la miro posesionarse de cada espacio, de mi ser. "El miedo es un agujero por donde se escapa el alma; te me escapas, mi alma, hacia no sé dónde", me repito muchas veces. Cierro puertas y ventanas. Esta vez no pienso huir, no quiero buscar un nuevo hogar.
Durante días y horas me siento frente al cuadro del minotauro, a la luna morada que lo acompaña, el laberinto que lo guarda; recorro con mis dedos las pinceladas que te mantienen en cautiverio, escucho tus pisadas, minotauro, camino vacilante por tu laberinto, veo tus huellas grabadas en el fango, las piedras sueltas lastiman mis pies, toco los muros, desde aquí me parecen más altos, de las grietas escurren gotas de agua, percibo el olor de la humedad que se desprende de los recovecos; ahora sé que mi alma se impregnó en ellos; toco el musgo pegado a las piedras, es terso. Mi voz se queda atrapada en las piedras; en esta espiral sorda se diluyen mis palabras. Como tantas otras veces intento llamarte, "minotauro" y sólo me responde el silencio de abandono al que estás condenado. Camino por un pasillo, por otro, todo permanece igual: una celda tras otra, ningún patio. Aquí, en este laberinto todo es estéril. Miro una araña, se descuelga rápida de un hilo, como yo, ella también teje casas sin volver atrás. Un muro me lleva a otro muro, como un sueño a otro, y siempre la misma luna...vigilante. De nuevo escucho tus pisadas, minotauro, las sigo hasta encontrarte. Te veo frágil, ¿o eres tú mi espejo? Tu laberinto no es muy diferente a mi propio laberinto: fuimos arrojados a un mismo destino; al infierno de sabernos solos.


Tiempo de laberintos, Blanca Hefferan

5.1.11

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El poeta es un fingidor.
Finge tan profundamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que te veras siente.

Y quienes leen lo que escribe
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive,
sino aquel que no han tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.


Autopsicografía, Fernando Pessoa

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preciso
es tener ausencia
sutileza
tactos
amor (el acto y los entreactos)
dolor utilidad temor querencia
para hacer de este papel
poema
de esta que mana del estilete azul
oscura tinta esferográfica

preciso es tener
demencia
obsesión
incertidumbre
certidumbre

oscuridad gozosa
gracia plena
fuego fundido
para hacer de la tinta y la madera
apisonada en pulpa
que en la corteza antes llevaba
como blasón tu nombre:
la cosa
el cuerpo
la cosa
en sí
la doble valva
el lacre bajo las pubescentes sílabas
el preciso diseño
que como al dios de adán una costilla
me deja hacer de este papel poema y de la insinuada
tinta hace
mujer


Oportet, Haroldo de Campos

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Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y me gobierna desde hace días y años, seguramente me transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar. Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombre que la sombra que siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.


Tanto soñé contigo, Robert Desnos